Entrevista a Valeria Giacomoni: “Ferrer i Guàrdia i Puig Elias quedaron en el olvido porque sus proyectos pedagógicos fueron tachados de políticos”

Valeria Giacomoni es una historiadora italiana especializada en pedagogía libertaria y es la autora del libro “Joan Puig i Elias: anarquismo, pedagogía y coherencia”. En la última edición del Informe Ferrer i Guàrdia ha escrito el artículo “Educación y política” donde reivindica los referentes catalanes de la pedagogía libertaria.

En el artículo que publicaste en el Informe Ferrer i Guàrdia hablas de la Escuela Nueva y de cómo su planteamiento quería fomentar el pensamiento crítico y el racionalismo entre sus alumnos. Como experta en pedagogía libertaria especializada de Cataluña, te tengo que preguntar sobre el origen. ¿Cómo fue este origen en Cataluña?

La difusión de una escuela laica y racionalista en Cataluña se remonta a principios del siglo XX, cuando la tasa de analfabetismo era muy alta y la mayoría de los centros escolares estaba bajo el control de la Iglesia. En 1901 en Barcelona, se abrió la Escuela Moderna, un proyecto pedagógico y editorial de Francesc Ferrer i Guàrdia, muy revolucionario para la época, en el que se rechazaba la transmisión de cualquier dogma y se enseñaban solo conceptos que fueran explicables científicamente. De esta manera se iniciaban los niños en el pensamiento crítico en lugar de un aprendizaje memorístico. Tanto el proyecto como Ferrer acabaron mal, sin embargo, la herencia que dejaron fue muy grande. En Cataluña, las organizaciones anarcosindicalistas recogieron el modelo de escuela y los libros de textos, y actualizaron el proyecto en los años 20 y 30. La pedagogía libertaria era una herramienta para crear hombres nuevos que pudieran vivir en harmonía en la nueva sociedad a la que aspiraban los anarquistas. Estas escuelas llamadas “racionalistas” florecieron hasta la revolución de 1936, cuando la escuela y la difusión de la cultura fueron enarboladas como símbolo de la lucha contra el fascismo. Los anarcosindicalistas de la CNT, en gran número en Cataluña, participaron en el gobierno de Milicias Antifascistas y se encargaron de extender la pedagogía libertaria a todas las escuelas de Cataluña: la Escuela Nueva.

Joan Puig Elias, fue impulsor de la Escola Natura y seguidor del legado de la Escuela Moderna, pero es una figura muy poco reconocida. ¿Quién fue exactamente?

Joan Puig Elías contaba que, de niño, vio el fusilamiento de Ferrer como un acto muy injusto y se propuso ser maestro y llevar adelante su proyecto. Convencido que para erradicar las injusticias hay que empezar por la pedagogía y afiliado a la CNT desde muy joven, encontró en el sindicato el apoyo necesario para experimentar y ampliar su proyecto. La Escuela Natura del Clot que dirigió desde el 1922 hasta la guerra civil se convirtió en escuela piloto y preparó a los maestros que luego difundieron esta pedagogía por toda Cataluña.

 ¿Y cuáles eran las características de la Escuela Natura?

Como dice el nombre, la Escuela Natura basaba su aprendizaje en el contacto con la naturaleza y la curiosidad natural que despierta en los niños. Se hacían muchas salidas al campo, pero también a los puestos de trabajo de los padres porque los niños aprendieran cosas útiles para vivir en su entorno. Poner el niño y sus intereses en el centro del proceso educativo cambiaba la postura del maestro, que en lugar de transmisor de conocimientos se convertía en un hermano mayor que acompañaba en las experiencias y luego ayudaba a reflexionar sobre ellas.

Estas pedagogías llegaron a ser nacionales. ¿Cuándo fue eso, y cómo se consiguió?

Después del alzamiento militar de julio de 1936, la población reaccionó tomando las calles y creando un Comité de Milicias Antifascistas que se ocupaba de organizar la resistencia, pero también la vida cotidiana en la Cataluña republicana. La CNT tenía muchísimos afiliados y un claro plan para transformar la sociedad hacia una más igualitaria: en economía se pusieron en práctica las colectivizaciones, y hasta se llegó a producir una moneda local; en cuanto a la pedagogía era considerada la bandera de su revolución. Pocos días después del alzamiento ya se formaba el Consell de l’Escola Nova Unificada y la pedagogía libertaria ya se aplicaba en todas las escuelas de Cataluña en el curso escolar que empezó el 1º de octubre de 1936. Puig Elías cuenta que cuando los anarcosindicalistas expusieron su proyecto pedagógico a los otros sectores políticos, todos lo aceptaron de forma unánime porque no se trataba de formar anarquistas, sino de hacer hombres libres. Hay que recordar que todo esto se llevaba a cabo mientras había una guerra civil en curso. Sin embargo, los recuerdos de niños que han acudido a estas escuelas son tan positivos que parecían olvidar el momento tan terrible. Esto fue posible hasta que los bombardeos en las ciudades obligaron a replantear el sistema, organizando colonias para llevar a los niños a lugares más seguros, de las que también Puig Elías fue el responsable.

¿Por qué no se reivindican estas figuras? ¿Qué ha pasado para que se hable más de métodos como Montessori que de pedagogías autóctonas como las de Ferrer i Guardia o Puig i Elias?

Estas figuras quedaron en el olvido porque sus proyectos pedagógicos son tachados de “políticos”. Además, el término anarquista o libertario siempre ha sido menospreciado, gracias también al trabajo de la prensa. Todos saben lo que los anarquistas no quieren, sin embargo, muy pocos saben cuál es el proyecto del anarquismo: la convivencia harmoniosa en una sociedad de personas libres, que no delegan su poder a otros, sino que simplemente deciden con su cabeza. Las herramientas más potentes del anarcosindicalismo español para conseguir este proyecto fueron la pedagogía y la difusión de la cultura.

Por otro lado, abrir una escuela alternativa a la existente es en cualquier caso un acto político. En el caso de Puig Elías simplemente estaba insertada en un proyecto claro que preveía cambios en todos los ámbitos de la sociedad, y esto me parece positivo.

¿Cómo han influenciado estas escuelas a la pedagogía contemporánea?

Desgraciadamente han tenido poca influencia, aunque algunas pautas como la coeducación de niñas y niños empezaron ahí. La escuela pública, tanto en el Estado español como en otros países del sur de Europa, está al servicio del estado para educar buenos ciudadanos que ante todo sepan obedecer y respetar las reglas.

Hoy en día, en Cataluña florecen los proyectos “alternativos” que en la práctica se acercan mucho a la Educación Nueva y al proyecto de Puig Elías. Sin embargo, se rechaza el término libertario y anarquista y de tal manera también la memoria de esta experiencia única en el mundo.

Estamos en un momento donde desde la política se intenta construir la máxima neutralidad en la escuela. ¿Es eso posible? O en todo caso, ¿es ese un objetivo deseable?

No es posible una escuela neutra, en el sentido que, ya la elección del tipo de pedagogía indica cuál es el objetivo de la escuela. Todos los sistemas políticos se preocupan del sistema escolar: podemos diferenciar entre los más autoritarios que insisten en la transmisión de dogmas y reglas, y los más avanzados que se preocupan de seguir al máximo el desarrollo natural del niño para que se forme su propia idea.

¿Cuáles son los retos en la actualidad de la pedagogía?

Hoy en día, y más que antes, con la fuerte presencia en nuestras vidas de las nuevas tecnologías, habría que apostar para el desarrollo de un pensamiento crítico de manera que los pequeños aprendan a relacionarse con su entorno antes que con la tecnología. Hay que saber desenvolverse en el mundo real antes de poder entender una realidad virtual; a menudo las tecnologías son vistas como un entretenimiento para los pequeños, sin embargo, no hay que olvidar que somos animales y lo que necesitamos hasta que nuestra mente esté formada y pueda entender realidades complejas es el contacto con la naturaleza y otros seres.

¿Cómo se puede fomentar el pensamiento crítico en las aulas?

Hay algunos simples recursos que se pueden utilizar en cualquier tipo de escuela. Quien trabaja en la enseñanza tiene mucha burocracia y programas que cumplir, pero en el momento que está en el aula con los chicos tiene la suerte de poder elegir cómo relacionarse con ellos y cómo estimular su pensamiento crítico. Por ejemplo: cambiando la postura del maestro y poniéndose a la altura de los niños, ayudarles a descubrir el mundo lo que significa permitir que lleguen a sus propias conclusiones. Esto implica no tachar el error en rojo como negativo sino reflexionar juntos sobre las conclusiones a las que ha llegado cada uno. En las pedagogías más avanzadas se prima la experiencia en lugar del aprendizaje memorístico, con materiales para que los niños puedan autocorregirse o ejercicios que cada uno pueda repetir con su ritmo hasta que domine un tema. En cualquier caso, lo más importante es la manera en la que nos dirigimos a ellos: los maestros son los primeros adultos fuera de la familia con los que se relacionan y si reciben cariño y respeto harán lo mismo con los otros seres. ¡Por eso ser maestro es el trabajo más delicado que existe!