Odón de Buen y del Cos (Zuera, 1863 – México D.F., 1945)

Selecció de textos d’Odón de Buen (Continuació de l’Apunt d’Espai de Llibertat núm. 37).

Sobre la dona

¿No es verdad que si la mujer comprendiese el alcance de la lucha social, en vez de amargar con sus lágrimas la senda del que lucha, la llenaría de flores?

Entienda la hermosa mitad del género humano que aquel hombre que lucha desinteresado por la solución del problema social, no lucha por él solo, lucha también por la mujer.

(…)

Pero entiendan también los obreros que su campaña será incompleta y además egoísta, si no luchan por redimir a la mujer con más urgencia y energía, si cabe, que por la propia redención (…).

En el Estado, con cuya racional organización, los socialistas intentamos remediar las desigualdades del presente teniendo por norma el cumplimiento de la Justicia en la sociedad humana, la mujer recobrará la individualidad a la que tiene derecho; en la República, que se considera como el medio en que la transformación social ha de realizarse de un modo sólido, el problema de la educación de la mujer será de los resueltos en primer término, porque (…) huyendo del misticismo y del dogma, se inspire en la Ciencia positiva, hemos de luchar sin descanso .

Professió de fe

Me crearon un ambiente falso [en Barcelona] interpretando mal mis propagandas; si defendí y sigo sosteniendo el libre-pensamiento, nadie puede encontrar ni en mis escritos ni en mis discursos ataque contra religión alguna, sólo juicios serenos, razones contra dogmas, palabras respetuosas para la conciencia ajena. Un libre-pensador, pero no un traga-curas.

Fustigué duramente la intolerancia que hace imposible la convivencia entre los hombres buenos de todas las creencias y aún más duramente el clericalismo intransigente, cerril, tan reñido con el espíritu cristiano .

L’ensenyament laic

Fui siempre partidario de la enseñanza laica y enemigo irreconciliable de la escuela oficial española, ayuna de un buen plan pedagógico, rutinaria, arcaica en procedimientos, en material, en locales, y con un personal reclutado en una selección al revés, confesional en exceso y deficiente en enseñanzas ciudadanas, fuera de las realidades de este mundo por pensar demasiado en el otro mundo.

(…)

Los planes de [Francesc] Ferrer [i Guàrdia] (…) se inspiraban en los pedagogos belgas; él, que era firme de ideas como una rosa basáltica, de una voluntad férrea, indomable, pero de un trato suave, amable, respetuoso, supo siempre captarse la simpatía de los niños, a los que trataba con dulzura; los de la Escuela Moderna amaban realmente a su director. En el fondo buscaba, no obstante, infiltrar en los niños su ideología humanitaria, pero enemiga de toda traba a la libertad del hombre, de toda imposición, de la explotación en cualquier forma y medida. Más que un anarquista era a mi parecer un revolucionario que aspira a destruir todas las desigualdades sociales que no sean las que engendra el genio al servicio del bien.

(…)

Cuando acabó de instalar la escuela, en la calle de Bailén, en Barcelona, siguió mis instrucciones en la organización de los cursos de Ciencias, en la selección de material, en la tendencia subjetiva, poniendo a los niños en contacto con la naturaleza lo más frecuentemente posible. Di a los pequeñuelos una conferencia y tuvo tal éxito, les encantó de tal manera, que me pidió Ferrer las reanudara; y en efecto varios años las repetí muchos domingos .

El feixisme

Cuando las democracias triunfen y con ellas resplandezca la civilización llamada cristiana, es decir el humanismo que está representado por este común denominador, tendrá que rendirse homenaje a tantos mártires como perecieron en la guerra civil española por el imperio, en el militarismo internacional triunfante, del fanatismo más cruel y despiadado que se ha conocido. Porque no era razón política la que condenaba, en la mayor parte de los casos, a tantos hombres buenos, era el fanatismo clerical, vergüenza del cristianismo, que imperaba en España .

Testament

(México D.F., 18 de novembre de 1943)

A mis hijos, cuando yo muera.

Escribo estas líneas al cumplir los ochenta años. Persisto en mis ideas librepensadoras de siempre. Desde muy joven he vivido fuera de toda comunión religiosa y en un feliz hogar librepensador os habéis educado. Enterradme civilmente. Si a última hora la pérdida de la razón o cualquier acto de fuerza me arrancara declaraciones contrarias no las respetéis; no representará mi voluntad consciente y libre.

Que mis restos reposen, si es posible, al lado de los de vuestra santa madre. Murió fuera de toda religión positiva y se enterró civilmente. Nuestra religión se cifraba en una gran rectitud de conciencia, en el culto del bien, de la familia, de la ciencia, de la libertad, de la justicia y del trabajo. Hicimos todo el bien que nos fue posible; no hicimos a sabiendas mal a nadie.

Si se recupera algo de lo que nos han arrebatado brutalmente, repartíoslo como buenos hermanos. Todo lo que ha sido de vuestros padres, poco o mucho, es vuestro. Así pensaba también vuestra madre.

Guardad siempre el recuerdo de vuestro mártir hermano Sadí. Era bueno y sabio.