Conversamos sobre los derechos de las mujeres musulmanas en Oriente Medio y en nuestro país con Nazanín Armanian, politóloga y escritora iraní. Exiliada política en España desde 1983, destaca por su activismo feminista y político. Licenciada en Ciencias Políticas por la UNED, ha sido profesora de Relaciones Internacionales y ha impartido cursos sobre la geopolítica de Oriente Medio, la Mujer en el Islam, y los conflictos armados. Es autora de 21 libros, entre los que destacan “No es la religión estúpido”, “Islam sin velo” y “Flor del viento”.
Cuando hablamos de feminismo e Islam, el debate recurrente es la cuestión del velo. ¿Por qué es tan importante este símbolo?
Porque hace 50 años no hablábamos del velo de las niñas. Es un fenómeno nuevo. Aparece el velo con la extrema derecha religiosa y no con la tradición islámica. Hay unos grupos políticos islamistas que lo imponen y es la bandera de la extrema derecha religiosa, sobretodo saudí. La mujer pakistaní o marroquí hace 50 años no llevaba el velo. Llevaban un pañuelo en la cabeza, igual que los hombres también se la cubrían, pero era para protegerse del calor. Las mujeres en ningún país musulmán llevaban el velo salvo Arabia Saudí antes de los años 70. El burka y taparse la cara es una tradición de origen judío, viene del antiguo testamento, no viene del Islam o es propio de Afganistán. Han convertido que llevar esto sea normal.
¿Cómo era el escenario previo, de dónde partimos?
El único país del planeta donde conseguimos prohibir el velo en los espacios públicos fue en Irán en 1935. Hace 80 años en la monarquía afgana, las mujeres tenían más derechos que ahora. La primera constitución del país que da el derecho a votar a las mujeres afganas es del año 1964. Cuando el ayatolá Jomeini accede al poder en Irán en 1979 la primera ley que deroga es la que permitía el divorcio a las mujeres. Antes las escuelas eran mixtas y ahora un centro educativo masculino no puede estar a menos de 500 metros que uno femenino.
Pero a pesar de la obligatoriedad del burka y del velo en muchos países con regímenes islámicos, aquí en España hay muchas mujeres musulmanas que reivindican esta prenda como símbolo de libertad individual para expresar su religiosidad, ¿cómo se explica esta descontextualización de su origen?
En el momento en que George W. Bush lanza la idea del choque de civilizaciones para justificar sus guerras en Oriente Medio. Es como cuando los nazis decían: “estos que vamos a matar son subhumanos”. Pues aquí se está diciendo que la civilización oriental es salvaje, bárbara e inculta. Aquí es donde se cuela este discurso.
Para una chica pakistaní que ha nacido aquí o que vive en España desde pequeña, pero nunca ha estado en Pakistán, necesita buscar una identidad porque hay un ataque hacia ellos, pero sobretodo hacia ellas. Aquí encuentran una bandera supraterritorial como es la religión islámica. Ante el ataque de la sociedad de acogida, se refugia en el apoyo de la familia y su comunidad.
Este mismo relato de defender los derechos de las mujeres en los países musulmanes para justificar estas intervenciones militares los hemos escuchado con periodicidad en el caso de Afganistán. ¿Cómo evitar caer en el error de apoyar proyectos imperialistas?
El problema es que en España y en la Unión Europea no hay un movimiento antimilitarista y antibélico. Nos presentan estas guerras como externas a pesar de que son los gobiernos occidentales quiénes han contribuido a la expansión del yihadismo. Pero también generan confusión los regímenes islámicos cuando enmarcan a Occidente como colonialistas y meten a todos en el mismo saco, también a las feministas, la clase obrera y los sindicatos. Occidente también explota a sus propios ciudadanos privándoles de vivienda o un sueldo digno. Aquí hay una clase trabajadora a nivel mundial y una clase dominante a nivel mundial. Las conquistas de las feministas aquí también son mis conquistas.
Para definir la situación de las mujeres en Irán o en Afganistán utilizas un concepto muy gráfico: el apartheid de género.
Es como el apartheid que había en Suráfrica. Por ejemplo: a las mujeres iraníes no nos dejan entrar en los estadios deportivos. Yo fui de pequeña con mi hermana a un estadio de futbol y no era un espacio separado de los chicos. En Irán han separado los ascensores y los autobuses, las mujeres entran por detrás y por delante los hombres. Ahmanineyad incluso iba a separar las aceras de la calle.
¿Cómo se aplica la interpretación religiosa de las leyes para las mujeres en regímenes como Irán?
Según el Corán, la norma que se rigen los tribunales en Irán, la sangre de las mujeres vale la mitad que un hombre. No es tutora de sus hijos, la mujer no puede elegir con quién se casa, no puedes divorciarte, y el hombre si quiere te puede dejar en la calle porque han permitido la poliginia.
¿Regirse por textos sagrados de hace casi 1400 años es sostenible en el tiempo?
No, por eso en Irán hay mucho descontrol. Tener relaciones sexuales antes del matrimonio está castigado con pena de muerte por lapidación, pero los iraníes han inventado los llamados “matrimonios blancos”. Un desafío de miles de jóvenes a la ley del estado que viven juntos sin casarse. Son jóvenes sin ideología, pero sobretodo son las mujeres las que no quieren firmar el acuerdo matrimonial porque sino pierden todos sus derechos.
Para las mujeres iraníes que han vivido años de mayor libertad antes de la república islámica, ¿cómo se transmite esta pérdida de derechos entre generaciones?
Han creado una situación de esquizofrenia. Dentro de las casas existe un Irán igualitario y respetuoso de acuerdo con la cultura iraní. Pero fuera deben mostrarse devotos. Todo esto lo han conseguido implantar a base de ejecuciones callejeras mediante la pedagogía del terror. Cuando me fui del país, en 1983, hicieron una redada donde muchos de mis compañeros activistas fueron fusilados, otros torturados en la cárcel, algunos se quedaron en la clandestinidad y unos pocos pudimos salir.
Volviendo a España, ¿cuál es la situación de las mujeres musulmanas? Aquí parece que la administración se ha desentendido en preservar la libertad de conciencia de la infancia y sus derechos.
Aquí no hay ningún control. Estamos ahora vigilantes ante los curas pedófilos en los colegios, pero se casan a niñas de 8 años en las mezquitas. La administración está haciendo lo mismo que con la comunidad gitana. Con los gitanos han permitido que los patriarcas se conviertan en su interlocutor y les permiten aplicar sus “normas” con sus consecuencias: adolescentes embarazadas, palizas a mujeres, malnutrición infantil, pobreza. El estado está haciendo lo mismo con los musulmanes. Han creado un patriarca como el imán y les dejan que se regulen por sus leyes a cambio de que no creen problemas. Pero estas mujeres también son españolas.
¿La prohibición del velo debe ser el objetivo o qué medidas hay que adoptar para garantizar la libertad de conciencia de las niñas sin atentar contra la libertad religiosa?
Aquí ya hemos perdido el control y es muy difícil abordarlo. Se debe prohibir en las escuelas primarias. En secundaria no sería necesario porque se puede debatir. Pero una niña pequeña no tiene libertad, está en una familia en unas condiciones sociales y económicas concretas. La libertad existe desde la conciencia y para que ella sea libre, se le debe dejar actuar como ha nacido: sin el velo. Desde las instituciones hay que prohibir este velo e instruir a los profesores.
Si en la actualidad se propusiera una medida así sería tildada de islamófoba, sólo sería apoyada políticamente por Vox y el PP.
Las fuerzas progresistas caemos en la trampa de Vox porque ellos lo hacen justamente para que no apoyemos los derechos de la igualdad. A mi me han acusado de que mi discurso se parece al de ellos. Pero yo hablo de libertad, estoy en contra de los seres invisibles que dominan nuestras vidas. La diferencia de nuestro discurso es que la derecha critica a los musulmanes, pero luego se alía con el fascismo islámico. Vox fue financiado por una organización fascista iraní con dinero procedente de Arabia Saudí.
Estamos ante un círculo vicioso: un fundamentalismo cristiano que retroalimenta a un fundamentalismo islámico.
Me acuerdo cuando se planteó el caso de una niña que iba con el velo en una escuela de Madrid y no la dejaron entrar. Fíjate como la derecha se reparte el trabajo: Esperanza Aguirre, que entonces era alcaldesa, se manifestó en contra del velo, pero la Iglesia católica defendió su derecho a portar el velo. Tienen miedo de que si se prohíbe el velo en la escuela, también salgan los crucifijos. Para asaltar el espacio laico se unen la Iglesia con los islamistas.
Pero estos grupos son militantes y se hacen oír mucho más que la mayoría de la población secularizada que no se posiciona o no le da importancia a esta pérdida de espacios. ¿Cómo se preserva la laicidad?
Todas estas religiones pueden coexistir si hay un estado laico. Sólo en el laicismo hay libertad religiosa, no como ahora que se mantiene un predominio de la religión católica. No queremos esto, ni queremos estados religiosos confesionales o aconfesionales, queremos estados laicos.
¿Los retrocesos de los derechos de las mujeres está unido a este auge de los fundamentalismos?
La involución de derechos en el mundo islámico se ha producido en todas las religiones monoteístas. En Israel, catalogado como el único país democrático de Oriente Medio, tiene en su parlamento a un grupo de rabinos no elegidos que controlan las normas sobre la mujer y solo pueden aplicarse las leyes que aparecen en el antiguo testamento.
¿Existe el feminismo dentro de una religión?
El feminismo es laico. No puede ser religioso, es imposible. Las feministas judías y cristianas se diferencian de las islámicas porque piden igualdad dentro de sus instituciones religiosas. Para que haya cardenales mujeres, por ejemplo. Pero el feminismo islámico quiere imponer sus leyes a todas las mujeres, tanto a las musulmanas como a las no musulmanas. Éste es el principal problema y no podemos ser cómplices de quiénes presentan el Islam como igualitario y feminista.
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